martes, 22 de diciembre de 2015

Pensamientos de un zombie a las ocho de la noche

Voy, ya voy,
lo romántico
irremediablemente me lleva a
la muerte
y a Shakespeare,
y  al loco amor de una noche de verano
que nunca tuve.
Sentirte lento,
y todo rápido,
a la vez,
y tener el corazón en llamas
y frías la manos.
Que la cabeza te acose,
y te meta mano,
te deje sordas las venas.
Entré desarmada,
amada,
tocando lo tocado.
Hasta mis cruces
se ríen de mis pecados.
Aprendí a aprender
y te vi
completamente diagonal,
y quise ser trípode,
y dejarnos fijos,
siempre fijos,
porque está que me quieras sentir,
y luego todo lo demás,
y que las letras me sobren,
que ma andan los labios,
y todas esas lentillas
que me rayan los ojos.
eso de ser zombie
sucede a todas horas.
Contaría el mismo cuento
todas las noches,
porque tres por tres son nueve.

domingo, 22 de noviembre de 2015

declaración

La muestra más grande de desamor,
se olvidó del sonido de mi risa,
y ya está
carpetazo
y no recuerdas su voz,
ni como se tocaba el pelo,
el tacto de su mano
cuando caminaban
al lado,
o si cerraba o no
los ojos al besar.
Y ya está
una historia más
alguna lágrima que derramar
y
     esperar.
Da miedo
esa capacidad de olvidar
como si no fuera capaz
de albergar en mi interior
todas las risas del mundo.
Todo lo que te hacía suspirar
se pierde
entre los pliegues de la memoria.
Y de pronto unas paredes grises,
y polvo,
y una cama eterna
y una ciudad tan fría que nos mató.
Todo se cayó
en la isla que fui de pequeña,
y una manchas de carmín,
y el temprano despertar,
y mar (lo sé, ahora siempre está conmigo)
y luces, tantas luces...
Tantos días
y tan pocas líneas,
que a veces
esto de querer
me parece un chiste,
o un cuento que nunca acaba,
una almohada
que se fuga de su cama.

miércoles, 18 de noviembre de 2015

Solo un poquito del sentir

Me dan impulsos
de regalarte todas
las palabras del mundo,
todas y cada una
de las palabras bonitas,
porque los te quiero,
se me quedan cortos.
Conseguiste encajar
la última pieza del puzzle,
esa que andaba perdida
entre los rincones del sofá,
construyendo un paisaje
donde el vértigo
dejó de tener sentido.
Te regalo todos mis días,
todos los del mundo,
para que me los envuelvas
en una manta,
y los cuides,
y los rompas de risa,
porque ya no puedo
dejar de contar madrugadas,
y no sabes lo feliz
que me hace eso.
He aprendido a amar
más
al mar,
que me empuja a ti.
A mi,
que nunca me gustó el rojo.

lunes, 26 de octubre de 2015

Que se disipen los veinticinco de octubre

Va a ser corto,
lo prometo,
mi pequeña carta de despedida,
que tengo que decirte
adiós,
para siempre,
y que ya no quema,
que tranquilo,
que un año después
he sobrevivido
que mi mayor pesadilla
me ha hecho alguien nuevo,
hace meses temía
el aniversario del dolor,
pero es cierto
eso que dicen del tiempo,
y como todo
termina por cerrarse,
abriendo cosas nuevas.
Vuelvo a dormirme
sonriendo,
y ya no se
como describir
la suerte que tengo,
porque había una vez
que pensaba
que mis pies
nunca dejarían de pasar frío,
pero bastó nada,
tres,
mi número favorito
(yo que le había cogido manía
a lo números impares)
para sentir fuego
hasta en mi estómago.
Que no es que esté bien
por él
es que estoy bien con él,
que vió la belleza en mi
tristeza
y llena de calor mi invierno.

miércoles, 21 de octubre de 2015

hoy raquel va a escribir

He asociado el frío a la tristeza
después de dejarme a mi misma
rota por toda la ciudad,
terminando de agrietarme
entre altas columnas amarillas.
Hoy, de pie,
noviembre me abofeteó la cara,
y quise hacer mi propio iglú
bajo las mantas.
Cuanto me jode
no poder ver todas las noches
la luna desde mi ventana.
Quise alargar todas mis extremidades,
y poder rozar lo que no tengo a mi alcance,
y tanto lo quise,
que más me encogí,
yo, pequeña,
engullida por lo abstracto del tiempo,
aplastada por dos agujas invisibles,
construidas por otros.
Me voy secando de la cabeza a los pies,
y lo único que quiero es enredarme de nuevo.
Tengo miedo de dejar de saltar
de casualidad en casualidad
por si no encuentro mi camino de callados.
Vivir envuelta en esta euforia,
que las ideas me las riegue la lluvia,
gritar hasta que mi voz
no sea ya ni un quejido.
Si, ver los elefantes,
pero de lejos,
que no quiero
quedarme sorda con sus pisadas.
He asociado el frío a la tristeza,
porque casi me echo a andar,
pero me dio tanto miedo,
que preferí sentir soledad en un abrazo.
Poco a poco me vuelvo a armar,
a amarrar,
a entrelazar,
y nado a estilo mariposa
por la voz más bonita del mundo.
Que yo, el frío lo asocio a la tristeza,  pero hace tiempo que mis ojos empezaron a brillar.