Tatuarme poesía en los nudillos
y pegarle puñetazos al aire,
a todo el revoltillo de mis sábanas.
Morir
en cada palabra.
Agárrame fuerte
cuando nade entre las pesadillas.
Hundirme en
fundirme en
perderme en
El mar
y la música
y un par de relámpagos mal puestos antes de la madrugada.
Que
tres años después
me he vuelto a enamorar,
joder,
de todo y de nada,
otra vez.
Un salto a lo desordenado,
un traspiés a la locura,
una noche sin tu luna.
Mis despedidas
siempre fueron
hasta luegos
porque los adiós
me taladran las venas.
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