domingo, 12 de julio de 2015

Siete letras de distancia

A esas alturas, tan bajas,
habríamos tocado el cielo
mil veces
y nos habíamos llenado
de negro hasta las entrañas,
pero le hice el amor al sol,
y lo mimé,
dejé que lamiese mi espalda
volviendo rojas mis cicatrices.

Saludé a la luna de media madrugada,
se rió de mi,
y me llevó a una noche más fría
con feos zapatos rojos,
cuando mis piernas
quebraron la arena
con tantos suspiros.

Izquierda,
y ahí está,
el azul se me pone gris.

He gastado todo el amor,
me lo dejé en la ciudad,
y me cuesta traerlo al mar.

La sal en mi cuerpo,
toda la vida,
y llenarme el pelo de trenzas.

Demasiada ropa
demasiadas miradas caídas,
demasiadas idas,
demasiadas mentiras.

Quiero terminar de romperme,
y que me crezcan raíces
hasta en el pecho,
y llenarme de arena el estómago,
y de amor el hígado.

De niña iba a ser astrónoma,
azafata
vivir en el cielo,
pero plantar bien mis pies
en la tierra.

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