sábado, 10 de enero de 2015

Escritura vomitada

Está el olor de la estrella a las tres y media, 
y luego viene todo lo demás.
Está el que es incierto,
y al que le tiemblan los dedos delgados
que se dejan caer en una piel 
misteriosa, hueca y fría 
recibida por miles de balazos oportunos.
Eso es lo que debilita 
a la pobre mariposa de extrañas
alas azuladas, 
el mármol del espejo que refleja
el monstruo de las pesadillas
pasadas por agua y exquisitas, 
es eso por que que ya no conozco que es
morir de miedo
o saltar con coraje 
o conocer el dolor 
de dos trenes que colisionan entre si 
haciendo que todo salte
por  los aires oscuros
de mi noche incierta, 
que se descojona de mi mala suerte 
y de los colores combinados en un pobre abrigo roído. 
Me quedé pensando en los cientos de pájaros 
que entraron por el mínimo hueco de la ventana
y destrozaron aquel mueble azul
que guardaba con recelo mi vida dentro,
o la vida de otros 
o el corazón escachado 
por un camión cargado de estiércol. 

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