Con lluvia la vista me cambia, más con la lluvia de verano y unas botas de flores en pleno julio, las gotas de los cristales siempre me han parecido algo muy divertido, seres que tienen una carrera infinita y hacen que las cosas a través de ellas adquieran un aire de nostalgia... ¡Achú! Me huele a café, a tierra, a hojas de libros marchita. El frío y el viento me devolvieron a un amigo y un té de frutas del bosque que dura dos horas.
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