Princesa, tú cuéntame tus aventuras y te escribiré la más
trepidantes de las novelas, dime, ¿con que caballero sin armadura te has
cruzado esta noche? Me susurras que te encontraste con aquel, el de cara angelical,
el que siempre quiere quedar bien y comportarse de la manera adecuada con todo
el mundo, el que nunca se enfada, que te miró sintiéndose responsable de
haberte hecho sufrir, aunque fuese solo un momento, se que te encanta hacerle
sentir culpable por haber roto tu corazón, niña, pero hay cosas que tienes que
dejar ir, y él se marchó, con la cabeza baja y el corazón pintado ligeramente
de negro con la sensación de que gracias a él tus noches son más tristes. Tu
segundo caballero ha estado ahí desde siempre, no es el más guapo del reino,
pero ha estado rondado tu cabeza, esta vez tú no eras su dama, quien le
acompañaba era una rubia, despampanante, a la que tu le diste dos metros de
altura y cintura de treinta centímetros, se reían, filtreaban, y tú te sentiste
celosa, pero debes entender que hace tiempo que dejaste que ese caballero se
fuera, en su bici ,porque ni corcel tiene, que solo quería tus caricias mal
dadas de madrugada, solo eso, y eso es lo que buscaba en aquella dama de dos
metros. El tercero no es ni siquiera un caballero, y está relegado al más bajo
bufón de la corte, le saludaste cortés, con un apretón de mano, preguntándote
porque habrías empezado ese juego de
dos, en el que solo había un jugador y partidas inacabadas.
En fin, princesa, no es culpa tuya, son ellos, que están
todos locos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario