sábado, 11 de febrero de 2012


Princesa, tú cuéntame tus aventuras y te escribiré la más trepidantes de las novelas, dime, ¿con que caballero sin armadura te has cruzado esta noche? Me susurras que te encontraste con aquel, el de cara angelical, el que siempre quiere quedar bien y comportarse de la manera adecuada con todo el mundo, el que nunca se enfada, que te miró sintiéndose responsable de haberte hecho sufrir, aunque fuese solo un momento, se que te encanta hacerle sentir culpable por haber roto tu corazón, niña, pero hay cosas que tienes que dejar ir, y él se marchó, con la cabeza baja y el corazón pintado ligeramente de negro con la sensación de que gracias a él tus noches son más tristes. Tu segundo caballero ha estado ahí desde siempre, no es el más guapo del reino, pero ha estado rondado tu cabeza, esta vez tú no eras su dama, quien le acompañaba era una rubia, despampanante, a la que tu le diste dos metros de altura y cintura de treinta centímetros, se reían, filtreaban, y tú te sentiste celosa, pero debes entender que hace tiempo que dejaste que ese caballero se fuera, en su bici ,porque ni corcel tiene, que solo quería tus caricias mal dadas de madrugada, solo eso, y eso es lo que buscaba en aquella dama de dos metros. El tercero no es ni siquiera un caballero, y está relegado al más bajo bufón de la corte, le saludaste cortés, con un apretón de mano, preguntándote porque  habrías empezado ese juego de dos, en el que solo había un jugador y partidas inacabadas.
En fin, princesa, no es culpa tuya, son ellos, que están todos locos.

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