Lo peor de beber bebidas espirituosas es tu estado de creatividad,
en tu cabeza ebria rondan mil ideas, mil historias, pero no las puedes
plasmarlas en un papel, porque estás pensando con las hormonas, en vez de con
la cabeza. Quizás por eso ella cometía tantos errores, se dejaba llevar por
labios con sabor a Malboro, esos que le prometían noches divertidas y poco
compromiso, pero de verdad, ni si quiera sabía lo que quería. Esperaba que
algún tipo de príncipe azul se le apareciera de repente, y la llevara a Wonderland,
pero todos los príncipes azules resultan ser sapos. Se tendrá que conformar con
sexo esporádico, y palabras jodidamente vacías.
Y a las cinco de la mañana en poco piensas, recuerdas
momentos en los que estabas mejor, en los que sabías que alguien te iba a
abrazar toda la noche, pero ¡mierda!, que lejos está todo aquello, y que real
es el ahora. Es como si el pasado nunca hubiera existido, estuvo ahí una vez,
pero ahora se fue, el mañana tampoco está, no lo puedes tocar, lo que nos queda
es bebernos ese puto culo de la botella hoy, porque dejarlo para otro día será
perderlo, no poder disfrutarlo cuando lo quieres.
Ella, al fin y al cabo, disfruta escuchando música en
locales oscuros, chillar, saludar a gente, y bailar todo lo que pueda, pero
sigue echando de menos una mano en sus caderas.
Por eso, querida Ella, los grandes escritores beben absenta...te recomiendo un antro de perdición en Barcelona, el bar Pastis, al final de las Ramblas, donde puedes perderte...y encontrarte. Me ha encantado esta entrada. Echaba de menos tus pensamientos.
ResponderEliminarMuchas, gracias, lo tendré en cuenta para mi próxima visita :)
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