No había nada que odiase más que le mentira, no entendía la necesidad de contar cosas que no existían para conseguir algo. Tú no habías hecho más que soltar mentiras por la boca como esputos, habías envenenado sus ilusiones y su mente con palabras sin contenido, habías regalado sentimientos sin sentirlos, y eso le quemaba el alma, le cabreaba tanto que tus falsas miradas y sus besos le llegaron a dar asco, puras nauseas.
Y ahora leerás los mismos versos a otra, te reirá con ella y la llevarás a los mismos lugares donde no hace mucho estuvieron, aparentemente felices, la cogerás de la misma manera de la mano, y reirán con los mismos chistes. Quizás la intentes despertar por las mañanas también, o le dejarás que se lleve lejos tu camiseta.
Pero… ¿sabes qué? Ella nunca necesitará mentir para follar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario