sábado, 16 de mayo de 2015

Algún día te diré algo. Te temblará el miedo. Puede que la angustia se me erice. Que meta el dolor en fango y se seque. Pero algún día te diré algo. Anoche lo supe. Cuando vi una palmera boca abajo y la arena me hacía cosquillas en el cerebro. Lo supe. Cuando escuché una canción y quise que mi cuerpo se catapultara hasta agarrarme de una estrella quedándome toda la noche balanceandome en ella. Si es que lo supe. Cuando quise escribirte poesía sobre la línea de puntos que forma tus lunares. Cuando pensé en que me la pasaría besándote la tristeza. Cuando te quise ver una mañana engarzada en mi cintura. Algún día te diré algo y me asustaré hasta yo. Porque tu mano en mi rodilla hace que se me estremezca la nuca. Porque tu nuca hace que se me estremezcan los dedos. Porque ver como tus dedos acarician las cuerdas hace que se me estremezcan las rodillas. Y te río, y te canto y te cuento. Agosto. Y una puesta de sol. Y una canción de fondo. Y un ejército de juguetes. Y un hueco en tu cuello donde quedarme de acampada. Como un aguacero. Un efecto de vacío. El viento jugando al escondite con tu pelo. Mirar, enfocar, clic. Te guardo en mi pantallita para verte después, acordarte después. No se como dejar de escribir. Como dejar de escribirte. Porque no quiero hacerlo. Escribirte hasta que se me emborronen los dedos. Hasta que duela. Y me deje de doler.

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