jueves, 5 de febrero de 2015

ocho horas treinta y poesía

A mi fuego
le falta algo de tempestad,
dame la vida
con versos que quemen
y un corazón gélido
que paralice
el amor que se bombea
y talla cicatrices.
En mi pozo
vive un poeta
que juega entre caladas
con la roña de sus dedos,
y se masturba
más de la cuenta,
lleva
sombrero verde hierba,
y tiene ataques de histeria
dos veces por semana,
yo le dejo
que si arrincone ahí
si todas las noches
es capaz de recitarme sus versos,
o escupírmelos,
con desprecio
a la cara.
Que yo sigo para adelante
y me como el humo
de mis pensamientos,
lo meto en mi cuerpo
dejo que se consuma
pero siempre
para adelante.

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