miércoles, 10 de diciembre de 2014

De como el asesino se convirtió en víctima

Dejé a Bukoswki en la estantería
y lo cambié por una sonrisa
de amor vacía,
debería haber estado él entre mi sábanas bajeras
buen visitante de entrepiernas,
y ya ves
lo deseché para querer hacer feliz
sin nada a cambio.
Menos mal que Becquer sigue ahí
que no me lo arrancaste
no lo manchaste
loco él
que quiso queriendo
y no sin querer.
No te preocupes
pude cambiar de señor
entre la música de un bar
y el ruido de las copas,
afortunadamente no eres el único
que conoce a músicas con alopecia,
quizá esto te haga sentir mejor.
Dejé que mi agujero negro,
el que se veía si partías
a la mitad mi cuerpo,
consumiese lo poco que quedaba de mi,
ahora dejo que las cosquillas
persigan mis talones.
Pudiste conquistar mi Ítaca,
tirar la pizza fría
y más de 600 días
a la basura,
pero sigo queriendo besar la Luna
mil veces
mil primeras veces
y parar el momento previo
toda la eternidad.
Ahora cambio palabras tiernas
por caminares sinuosos,
no necesito más manos que las mías
para acariciar la suavidad
de un sueño
de una ilusión
de una risa perdida a las cuatro de la mañana.
Dejé una gota de mar
solidificada
en mi mejilla poco sonrosada
ahí sigue,
un mes después,
petrificada.

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