viernes, 5 de abril de 2013

Una taza de té necesito

Le encantaba su cabeza, ese interior que  tenía, pensaba que si existiese la mínima oportunidad de aventurarse entre sus neuronas le atacarían miles de ideas, ideas extrañas, algo grotescas, muy curiosas , además de  de frases de todo tipo y textos perdidos.
Él era tan atípico que ni siquiera el color de sus ojos se podía definir, pero que ojos tan bonitos y como miraban, que a veces parecía que se iba a comer el mundo.
Era un niño que jugaba a ser mayor, o un mayor que jugaba a ser niño, no importaba, porque siempre sabía que decir para hacerla  feliz, y es que era tan extremadamente divertido que ella nunca paraba de reír.
Sentía que de alguna forma sabía quien era de verdad, y quería seguir sabiendo más.
A veces pensaba en la suerte que tenía estando a su lado, en lo bien que encajaban las cosas, en que desde hacía tiempo todas las noches se iba a dormir sonriendo.

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