Le habían entrado otra vez esas ganas de echar a correr, de
coger un avión y acabar en la otra punta del mundo, esa angustia y frustración
en el pecho que no la dejaba disfrutar del bellos azul del cielo que veía desde
su ventana, habían sido demasiadas decepciones para tan solo una semana. Se
entristeció al ver lo efímeras que pueden llegar a ser las cosas, y la rapidez con
la que se destruye un muro que al parecer tenía buenos cimientos, lo voluble
que es la gente y lo poco que se la llega a conocer.
Una vez más se sintió perdida aun teniendo el camino bien
dibujado.
Todo pasa y todo queda,
ResponderEliminarpero lo nuestro es pasar,
pasar haciendo caminos,
caminos sobre la mar.
Antonio Machado.
Un abrazo