Cuando le preguntas al volante de tu coche que a donde quiere ir, Ella te mira, callada, y piensa que desearía perderse entre tu piel un rato, sucumbir en una tormenta de sentidos, donde los besos y mordiscos sean los principales protagonistas, acariciar tu espalda, tus brazos y tu clavícula, una viaje por el edén sin fecha de retorno, pero en vez de decirte esto sonríe y te responde que le da igual el destino.
No hay comentarios:
Publicar un comentario