Él, ella, el sonido el mar, la arena y las estrellas, no necesitaban más. Recogidos en la orilla miraban sin ningún punto fijo. Hacía frío, pero les daba igual, se tenían el uno al otro. Era tarde, de madrugada, faltaban pocas horas para que amaneciese. Los dos estaban allí, esperando a que ocurriese algo, a que alguno de los dos se moviera, querían lo mismo, y ninguno se atrevía a darlo. Ella lo miró, se sumergió en sus ojos, y notó el deseo, no se lo pensó más, estaban allí, en ese instante, y era probable que ese momento nunca se volviera a repetir. Le besó, al principio tímidamente, esperando una respuesta, no pasó mucho tiempo hasta que sus bocas se enfrascaron en una apasionante lucha, sus lenguas jugueteaban, sus labios se mordían. Ella hizo que su cuerpo cayera en la arena, poniéndose encima de él. Sus manos analizaban cada centímetro de sus cuerpos, querían conocer cada rincón, cada peca, cada poro, se necesitaban, tenían ganas el uno del otro, piel contra piel, con pocos centímetros de separación. El agua les mojaba, la arena era incómoda, pero nada les importaba. Él le quito la camisa, bruscamente, le acarició el pelo, la cara, el pecho, para ir bajando y adentrarse en su biquini, notó su excitación, quería poseerla, que está noche fuese suya. La oía suspirar, notaba como reprimía sus gritos. Fue ella la que no pudo aguantar más, necesitaba sentirlo a la orilla del mar. Acabaron siendo uno, se miraban, se deseaban, sentían placer. El sol les encontró, con poca ropa, y llenos de sal.
martes, 19 de abril de 2011
La playa
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Jelly, así me gusta que me hagas caso :) Me ha encantado ;)
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