Recuperó su antiguo móvil, el que hacía casi un año que no
encendía, y en la bandeja de entrada aparecieron miles de mensajes del pasado,
maldito pasado que la acarició con su fría mano e hizo que escalofríos
caminaran por su espina dorsal. Uno tras otro, cada mensaje reavivaba su imagen
ya olvidada, uno tras otro recordó que algún día la llegó a querer y sintió
morir.
Pero no hay nada que no se le pudiese curar con una visita a
su lugar favorito del planeta, donde cumpliría sueños mientras los actos y
escenas de Shakespeare, Lorca o Ionesco la envolvían, donde podría llegar a
tocar el suelo subida en kilométricos zancos, su lugar.
Lo había pensado mejor, y le gustase o no Él siempre formará
parte de su vida, que gracias a Él, o a sus ganas de querer, vivió momentos
inolvidables. Ya han pasado más de trescientos días desde sus primeros besos,
tímidos y apurados, y aún le quedaban mil preguntas por hacerle. Le quiso, en
pasado, como Él, ahora solo le quedan esos mensajes, y llegaría el momento en el que la
volviese a querer de verdad, y tendría el valor de borrarlos todos.
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