miércoles, 9 de mayo de 2012


Recuperó su antiguo móvil, el que hacía casi un año que no encendía, y en la bandeja de entrada aparecieron miles de mensajes del pasado, maldito pasado que la acarició con su fría mano e hizo que escalofríos caminaran por su espina dorsal. Uno tras otro, cada mensaje reavivaba su imagen ya olvidada, uno tras otro recordó que algún día la llegó a querer y sintió morir.

Pero no hay nada que no se le pudiese curar con una visita a su lugar favorito del planeta, donde cumpliría sueños mientras los actos y escenas de Shakespeare, Lorca o Ionesco la envolvían, donde podría llegar a tocar el suelo subida en kilométricos zancos, su lugar.

Lo había pensado mejor, y le gustase o no Él siempre formará parte de su vida, que gracias a Él, o a sus ganas de querer, vivió momentos inolvidables. Ya han pasado más de trescientos días desde sus primeros besos, tímidos y apurados, y aún le quedaban mil preguntas por hacerle. Le quiso, en pasado, como Él, ahora solo le quedan esos mensajes, y llegaría el momento en el que la volviese a querer de verdad, y tendría el valor de borrarlos todos.

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