Te invito a una fiesta,
una fiesta para dos,
no te preocupes,
tú te traes a ti,
no
es necesario el alcohol,
ya me emborracho yo solita con tus besos,
De la música me
encargo yo,
del son de los gemidos.
Una fiesta sin final,
quizás hasta que el amanecer nos encuentre
con la pasión revuelta
y las sábanas hechas girones.
Si, si quieres podemos bailar,
para que me des vueltas a ritmo caribeño,
mientras me agarras las caderas
y acabe mareada entre tus brazos.
De picar, tu piel morena,
a la luz de lámparas sin bombillas,
no quiero más dulces que tu sonrisa
y algún chiste sin gracia.
¿Entonces, vendrás?
Te esperaré, hasta que te decidas,
no importa el tiempo,
no tengo prisa,
aunque si unas ganas enormes de tenerte.
Hay que ser un cretino para no aparecer por tu fiesta para dos. Una invitación tan bella y divertida, no se puede rechazar.
ResponderEliminarOjalá el invitado pensara lo mismo que tú.
ResponderEliminar