Dos latas vacías de cerveza en el suelo en una noche de esas en las que solo quieres perder la cabeza, déjate ir, dejar de pensar, dejar de buscar en tus sentidos, dejar de recordar lo perdido, lo lejano, lo que te engulle por dentro. En los momentos que quieres gritarle, decirle que se deje de falsas promesas y de cuentas de princesas, que esos se los conocía ya todos, que no es el primer galán con sonrisa torcida que tiene el descaro de colarse en su vida.
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